En todo el mundo los vehículos eléctricos van ganando peso en el mercado automovilístico. Cada vez hay mayor oferta, con más variedad, más modelos y prestaciones. Es evidente que solo la “electrificación” de la flota de turismos del mundo y de nuestras islas no va a conseguir el reto de la movilidad sostenible. Como siempre he defendido, ese objetivo, es un propósito de vía múltiple. Necesitamos que haya una movilidad con más importancia del transporte público colectivo, que haya más movilidad en modos “blandos” (como la bici, los VMP o el propio desarrollo peatonal) y que, en general, las ciudades sean diseñadas y desarrolladas (o, incluso, transformadas) de cara a que no sea imprescindible el uso de vehículos motorizados.
En ese camino, en el que sin duda está Las Palmas de Gran Canaria, es necesario el coche eléctrico pero, si simplemente hiciéramos un cambio de parque de automóviles, seguiríamos teniendo saturación de espacio y tráfico en la ciudad y el consumo energético podría ser demasiado alto. Por lo tanto, la apuesta por parte de las administraciones de esta fórmula debe ser compatibilizada con las otras medidas que enumeramos anteriormente.
La administración insular y la local están haciendo los deberes en este sentido. El Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria están luchando contra el principal hándicap que de cara al usuario de este tipo de vehículos: los puntos de recarga, para superar el miedo a quedarse sin “combustible”. Gran Canaria ha sumado 17 nuevos puntos de recarga en la vía pública con acceso libre en los últimos tiempos y están en marcha nuevos puntos que serán una realidad este noviembre (incluido uno de carga rápida en la avenida marítima de nuestra capital) y que harán que haya una cobertura completa en todos los municipios. Las Palmas de Gran Canaria, a través de la empresa pública Sagulpa, ha implementado la red de puntos en la ciudad con más de treinta puntos que se sitúan, casi todos, en los parkings. Además, muchísimas entidades privadas, como los centros comerciales, o públicas, como INFECAR, han aumentado esta red en una suma total en Las Palmas de Gran Canaria que sobrepasa los 120 puntos de recarga de distintos tipos.

También el Cabildo de Gran Canaria ha hecho un esfuerzo muy interesante de promoción de las marcas radicadas en nuestras islas con la celebración de varias ferias del vehículo eléctrico (MOVELEC), donde los ciudadanos han podido probar unas cuarenta marcas comerciales que tienen sede comercial en nuestra ciudad y que proponen una gran diversidad de prestaciones, estéticas, funciones y autonomías.
El primer argumento que muchos consumidores están esgrimiendo para adquirir un vehículo eléctrico es la responsabilidad ambiental. A muchas personas les está afectando la situación del planeta y el factor climático es ya uno de los motivos más relevantes para cambiar el modelo de coche: la preocupación por el medio ambiente es la segunda razón de compra más mencionada por los compradores de vehículos eléctricos, según un sondeo de la consultora IPSOS. Esa preocupación se extiende al conjunto de los consumidores y el 82% de los ciudadanos del Estado español prefiere productos de marcas ambientalmente responsables, como menciona un estudio de IBM y Morning Consult. En una isla como Gran Canaria, con una densidad de vehículos por habitante tan alta, una de las mayores del mundo, la necesidad de marcar la diferencia para muchos ciudadanos es una motivación añadida.
Pero existe algo más que la conciencia ambiental. Veamos. Hay que considerar que tradicionalmente un punto negativo que en ocasiones genera miedo en los consumidores es la autonomía, pero en una isla de la dimensión de Gran Canaria, esto no puede ser un problema, ya que los trayectos no superan la media diaria de 60 ó 70 km, como mucho. Por lo cual, las autonomías que los fabricantes están ofreciendo tienen una funcionalidad bastante holgada para nuestra realidad (incluso llegando a los 500 km).
Algunos consumidores todavía en la actualidad consideran que los vehículos eléctricos tienen precios elevados que alejan a estos modelos del público general, pero hay que tener en cuenta otros factores que los hacen más competitivos, como el menor gasto durante su uso cotidiano, en comparación con otros tipos de motorización.
Cabe recordar también los Planes Moves II y Renove 2020, impulsados por el Gobierno, que ofrecen ayudas mayores para los vehículos eléctricos: hasta 5.500 euros por un turismo, o 6.000 para los comerciales de menos de 3,5 toneladas. Cada vez es más asequible optar por un vehículo eléctrico y cada vez las marcas abaratarán más los distintos modelos.
Por otro lado, hay que recordar los beneficios de tiempo y de dinero que ya son una realidad hoy, como por ejemplo la exención de impuestos municipales o del abono de las zonas de estacionamiento regulado. Y los que pueden venir en el futuro, ya que la restricción de tráfico en los centros urbanos se está imponiendo poco a poco y los vehículos eléctricos quedarán fuera de estas restricciones.
Para los vecinos que tienen la suerte de tener un garaje propio (e, incluso, en comunidades donde ya se pueden instalar puntos de recarga), ya es una realidad levantarte de la cama y tener el coche lleno de “combustible”. Y solo enchufándolo a la corriente porque es tan fácil como tener un enchufe (mejor con una tarifa de luz, como la supervalle).
Tenemos también que tener en cuenta la mentalidad a largo plazo de cara al ahorro, ya que doce años es el tiempo medio que dura un vehículo de nueva compra. Y a lo largo de este tiempo el consumidor se dará cuenta de que su coche eléctrico se avería mucho menos que uno de combustión, al tener un número mucho menor de piezas y un motor más sencillo.

Otras ventajas nada desdeñables para el consumidor de este tipo de vehículos son las siguientes: ahorro en el consumo diario. El gasto de estos vehículos suele ser de un euro cada cien kilómetros, una cifra muy inferior a la que tendríamos que pagar si se tratase de un coche de gasolina o diésel. Una conducción más cómoda (sin necesidad de marchas, ni ruidos, ni tantas vibraciones) que propicia una conducción más relajada y que se nota incluso en la salud, sobre todo en el caso de los profesionales, como taxistas o conductores que pasan muchas horas al volante. A todo esto habría que sumarle la posibilidad de usar carriles especiales, que en la capital son ya también una realidad.
Además de todo esto, en Gran Canaria disponemos de algo muy positivo, una organización social favorable a este modo de transporte, la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos (AUVE), que nos puede ayudar a los nuevos usuarios en cualquier duda.
Es loable el esfuerzo ambiental y de modernización que están haciendo en este tema algunas entidades y sectores, como por ejemplo un grupo de “taxistas eléctricos” de la capital que se han agrupado colectivamente (diez taxis) para dar un servicio de calidad y vinculado al compromiso ambiental y contra la contaminación. O, como ejemplo, Sagulpa, que ha electrificado toda su flota y fue la empresa que puso en marcha el primer punto de carga ultrarápida en la capital.
Las últimas cifras de 2019 de vehículos eléctricos nos dan unos datos en ascenso (la DGT solo informa del dato de la provincia de Las Palmas) que se resume en cuatro guaguas, sesenta camiones de menos de 3500 kg, 148 ciclomotores, 780 furgonetas, 437 motocicletas, 1100 coches y también, curiosamente, tres turismos de hidrógeno. Estoy seguro de que estas cifras irán en aumento de una forma exponencial. La isla y el mundo lo necesitan porque #NoHayPlanetaB.