Turistas observan el horizonte en la cima de una duna de Maspalomas (Gran Canaria) | PIXABAY

Punto de partida

En tiempos preCovid, el colapso de Thomas Cook, el principal cliente de casi todas las plantas hoteleras del archipiélago canario, evidenció la enorme fragilidad del turismo masivo y barato de sol y playa, cuyo modelo de negocio depende de la contratación precaria, temporal y parcial de trabajadores infraasalariados. Aunque la región anualmente recibiera alrededor de 15 millones de turistas, facturara cerca de 16.000 millones de euros, y generara más de 343.000 puestos de trabajo, alrededor del 40% de los canarios ha permanecido en situación o en riesgo de pobreza y exclusión social.

En tiempos de pandemia, con el frenazo en seco del turismo canario para evitar la expansión de coronavirus, Canarias tiene ya casi tantos trabajadores en despido colectivo temporal como en las listas de paro. Entre los 414.388 parados temporales y definitivos, están las más de 17.000 camareras de piso de hotel que ya soportaban las condiciones laborales más duras y peor pagadas de todos los colectivos que trabajan en la hostelería. Mayoritariamente, mujeres inmigrantes y de familias monoparentales, muchas no pudieron acogerse al despido temporal por tener contratos precarios y fueron cesadas masivamente días antes de la declaración del estado de alarma.

Sin embargo, las precarizadas kellys (‘las que limpian’) son la columna vertebral del crecimiento de la industria hotelera (que facturó alrededor de 17.000 millones de euros en 2019). Ahora, en primera línea de contagio para reforzar la desinfección e higiene de los hoteles y la protección de sus huéspedes, se convierten en coarquitectas esenciales de una ‘nueva normalidad’ turística—segura, próspera y necesariamente justa.

La transformación de Canarias en un destino Rosquilla robusto implica aprender colectivamente a innovar y prosperar en el “espacio seguro y justo” entre las condiciones mínimas para que la sociedad canaria tenga una buena vida y los límites ecológicos del planeta

Canarias, destino Rosquilla

En su momento, Milton Friedman, padre intelectual del neoliberalismo, aseveró que «solo una crisis —real o percibida— da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente”. Ahora afrontamos la peor crisis global desde la Segunda Guerra Mundial que no nos podemos permitir desperdiciar para aterrizar el turismo y el empleo en el espacio socialmente justo y ecológicamente seguro de la Rosquilla de Kate Raworth —una forma nueva y poderosa de repensar y reorganizar la economía— al que ya le ha llegado su hora en la ciudad de Ámsterdam como catalizadora oficial de una economía regenerativa y distributiva posCovid.

El anillo interior de la Rosquilla (o dónut) establece las condiciones mínimas que necesitan los canarios para llevar una buena vida y, por ende, ofrecer mayores garantías de salud y bienestar a los visitantes. Quien no alcance los estándares básicos de alimento, agua limpia, vivienda, saneamiento, energía, educación, salud, igualdad de género, ingresos y voz política vive en el hoyo de la Rosquilla y es mucho más vulnerable a nuevos brotes de la pandemia —así como la cuasi totalidad de las camareras de piso. El anillo exterior representa los límites ecológicos del planeta, desde la pérdida de la biodiversidad hasta el cambio climático. La transformación de Canarias en un destino Rosquilla robusto implica aprender colectivamente a innovar y prosperar en el “espacio seguro y justo” entre ambos anillos, a modo de ensayo y preparación ante previsibles confluencias de shocks sanitarios y climáticos, cierres de fronteras u otras disrupciones a futuro.

Hacer volar la Rosquilla

Conceptualmente, un destino de turismo Rosquilla (Doughnut Destination) es un sistema socioecológico dinámico formado por individuos y entidades que atienden, estudian o padecen las diferentes dimensiones del modelo de Raworth —y cuyas interacciones y sinergias producen resultados que satisfacen las necesidades y aspiraciones de turistas, trabajadores y residentes, dentro de los medios y recursos naturales del planeta. En la práctica, el reto de inspirar y agilizar el traslado del sistema turístico canario al espacio operativo seguro y justo de la Rosquilla debe ser asumido por una amplia coalición.

Conseguir que prospere la Rosquilla en Canarias es como hacer volar una aeronave. Al igual que con la propulsión y la conducción segura de un avión, para que la Rosquilla despegue y cumpla sus objetivos de recuperación regenerativa y distributiva, múltiples componentes necesitan operar juntos al mismo tiempo, a saber:

La poderosa imagen gráfica del modelo de la economía Rosquilla (de fácil entendimiento) aporta las alas.

Así como los pilotos se responsabilizan de que los pasajeros, la tripulación, el avión y la carga lleguen de manera segura y eficiente a su destino, el aterrizaje seguro del turismo entre los dos anillos de la Rosquilla depende de la voluntad y habilidad de los líderes públicos. Su éxito depende de lo que hagan interpersonalmente los diferentes equipos o ‘tripulaciones’ de empresarios, emprendedores, trabajadores (incluidas las kellys), funcionarios públicos, ciudadanos, turistas, educadores, científicos, artistas y activistas políticos de la coalición para canalizar información, conocimiento, tecnología, experiencia, pericia, inversión y otros recursos hacia la innovación y facturación del turismo seguro y sostenible. Los líderes públicos pueden generar las condiciones necesarias para que personas de disciplinas y sectores tan dispares conecten y desarrollen relaciones y confianza con la mayor facilidad posible. Cuanto más fácil sea la colaboración, más oportunidades de mercado podrán aprovecharse y más rápida será la recuperación.

Los motores empujan el avión hacia adelante —sin motores, no puede volar. El diseño sistémico es el motor de la nueva prosperidad ‘segura y justa’. Implícitamente centrado en resolver las necesidades de las personas, el diseño sistémico es clave para fomentar la innovación, y la innovación es la capacidad de transformar las ideas en facturas (como dijo Lewis Duncan). El motor convierte el combustible en una poderosa fuerza pujante. El combustible de una coalición cocreadora impulsada por el diseño es todo el talento, el conocimiento y el dinero (público y privado) que reúne y atrae.

La cultura es como el fuselaje que mantiene todo unido —la suma de valores, tradiciones, creencias, interacciones, comportamientos y actitudes de los integrantes de la coalición. Una cultura enraizada en las prácticas integradoras del diseño acelerará el logro de los objetivos de recuperación económica, ecológica y social en Canarias.

Por último, pero no menos importante, los pasajeros son los turistas ‘verdes’, cuyos modos de vivir, gastar e invertir están marcados por el deseo de reducir la contaminación y la toxicidad, proteger el medio ambiente y promover la salud, y cuyas preferencias vacacionales implicarán —en su diseño, desarrollo y operación— subsanar tanto la precariedad disparada, y aún más feminizada por la pandemia, como la degradación ambiental.

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