El pasado 23 de junio se admitía a trámite la proposición de ley de Igualdad Social y no discriminación por motivos de identidad, expresión de género y características sexuales en el Parlamento de Canarias con la unanimidad de todos los grupos parlamentarios. El texto de la propuesta de ley ha sido elaborado con el consenso de todas las entidades LGTBIQ del archipiélago: todo un hito. Su aprobación supondría un paso hacia la garantía de derechos de los colectivos de personas trans* e intersex, pero no cabe lugar a dudas de que sería también un triunfo social, puesto que hablamos de un reconocimiento a la dignidad de todas las vidas para que merezcan ser vividas. Más allá de normas sociales, clichés, ideas preconcebidas y medicalización de los cuerpos para encajar en la norma.
Con esta ley -esperemos que así sea-, se busca despatologizar las realidades trans* así como reconocer la autodeterminación de la identidad. Sabemos que esto ha traído cola en las últimas semanas a raíz de un comunicado del PSOE, firmado en primer lugar por Carmen Calvo, haciendo gala de una transfobia ideológica, profundamente arraigada en los sectores del feminismo institucional más asentado. Y es que en el texto se recogen una serie de afirmaciones propias del Partido de Lidia Falcón, pero también de partidos y colectivos de ultraderecha. ¡Ahí es nada! Se trata de una retahíla de eslóganes esencialistas que buscan enrarecer el debate y contribuir a la confusión y a la desinformación. Su principal baza es repetir como un mantra que tanto la “teoría queer” como el activismo transfeminista persiguen borrar a las mujeres y su realidad. Para ellas, es totalmente inconcebible que una persona tenga la libertad de decidir quién es porque eso ya viene dado por la biología. Y esto atenta directamente contra las mujeres cisexuales. Es una “buena” manera -a la par que perversa- de decir que las mujeres trans* son un problema en el feminismo. También es una forma de quedarse en la superficie acomodada y pasar por alto la vida de muchas personas. La realidad es más compleja de lo que nos cuentan los libros. Y por una cuestión de democracia se debería atender a los asuntos que engloban las vivencias trans* e intersex* como se merece.
Lo que ha hecho el PSOE con ese comunicado, aupado por los sectores del feminismo más conservador, es esgrimir un argumentario que sitúa a la “transexualidad” como una patología, que además debe certificarse para cotejar cierta “estabilidad” en la persona que la padece para así garantizar derechos jurídicos. Díganme si no han visto ustedes una manera más sibilina de maliciar un debate con cierta historia dentro del feminismo, y que buena parte de las feministas creíamos ya superado. Pero claro, con la disputa del sujeto hemos topado, “amigue Sanche”.
De lo que se trata es de no excluir ni sentenciar otros cuerpos y otras identidades porque no encajan
Para algunas aquí no hay debate que valga. Al final todo pasa por preservar una verdad, asumiendo la identidad como algo estable, prefijado y que no cambia. Esto es problemático en tanto en cuanto dejamos fuera otras vidas y otras realidades y que además las acusamos de “apropiarse” de derechos y de borrar a las mujeres. ¡Cuánto mal ha hecho Judith Butler! La buena de Judith solo ha querido apuntar que quizá lo que siempre hemos conocido como sexo ha sido género, por la carga simbólica que se le da a la feminidad y a la masculinidad, y cómo además incorpora como norma corporal, ya que los cuerpos de hombre tienen que ser masculinos y los cuerpos de mujeres tienen que ser femeninos. También por la manera que se ha tenido de interpretar las estructuras sexuales en base a esta concepción y cómo deben ser para encajar en este sistema binario.
Una muestra de lo desfasado que está este planteamiento viene de la mano de las realidades intersex*. Personas que tienen variaciones en su desarrollo sexual, en distintos grados de sexuación y que ven cómo sus cuerpos son modificados y medicalizados para insertarse en la norma sexo-género. Es pura aversión a la diversidad.
Por eso, el problema no es que existan las categorías hombre y mujer. De lo que se trata es de no excluir ni sentenciar otros cuerpos y otras identidades porque no encajan o porque hacen uso de la performatividad y de la expresión de género de una manera disidente y propia. Lo raro incomoda; lo que no sabemos situar, incomoda. Molesta. De ahí que desde el PSOE se haya apuntado a la poca viabilidad de dar certeza jurídica a los “sentimientos y expresiones”. Como si no sintiéramos lo que somos. La certeza de ser quien es la tiene que tener la persona. Y las instituciones tienen la obligación de dar cabida, garantías y derechos a todas las realidades. De lo contrario, y como hemos visto estas últimas semanas, se estará legitimando un sistema binario y esencialista que dibuja dos realidades posibles y todo lo que de ahí salga estaría “a prueba” para poder entrar en el tablero social. Jerarquizando las vidas y situando a unas por encima de otras.
Como escuché decir a Miquel Missé hace unos días, “la cuestión trans* e intersex* es la cuestión feminista”. Y es urgente reflexionar todo esto desde el marco del feminismo, como eje principal que nos permita vislumbrar otras estructuras más amplias en donde ubicar todas las realidades. Sin restar derechos a nadie, sin borrar a nadie, sin discriminar a nadie. Si queremos transformar la sociedad, necesitamos problematizar críticamente y ver que se trata de algo estructural -el machismo- que nos atraviesa a todas las personas, especialmente a las mujeres cis y trans*, personas intersex* y a todas aquellas vidas vividas en los márgenes de la norma sexual y de género. Humildemente, pienso que el feminismo será interseccional o no será.
Y bueno, con todo esto encima de la mesa, rescato que en Canarias tenemos la oportunidad de dar ese salto de gigante, situándonos como un territorio que respeta la diversidad y genera espacios amables en donde todas las personas puedan desarrollarse libremente. Deseo que pronto hablemos de una ley aprobada por unanimidad por todos los grupos parlamentarios y que no haya sorpresas. Que la veda que se ha abierto de insensatez se cierre con más dignidad y con más derechos. Que así sea.
Excelente y necesaria reflexión, que me anima a hacer mi parte en este camino. Muchas gracias Cleia
Gracias, de verdad. Ha sido un placer leer tu bellísima nota.